miércoles, marzo 29, 2006

Los semáforos


Ayer vi de nuevo a José, el mendigo del semáforo que veo todas las mañanas. Cuando llega el otoño se va a un albergue a dormir, para que el frío de la noche madrileña no le cale hasta los huesos y cuando llega la primavera, hasta el próximo otoño, vuelve a su semáforo.

A él le dediqué este relato que ahora reedito como homenaje al reencuentro. Gracias José, por recordarme que la primavera ha llegado.

A las ocho de la mañana la ciudad es un hervidero de gente, prisas, carreras y coches. Muchos coches. Los guardias intentan regular el caos mientras un mendigo duerme, ajeno, entre unos cartones y dos cajitas de ésas de vino barato. Olvidado de todo, como si fuera una estación que se le pasó a Vivaldi.

A medida que avanza el tráfico me gusta aprovechar las paradas en los semáforos para observar a la gente. En la primera parada, en los escasos 30 segundos que dura, se bajan del coche de delante por la puerta trasera cinco niños como si fueran marines desembarcando en Normandía. Abren el maletero del coche y sacan cinco mochilas, carpetas, libros, bocadillos envueltos en papel de aluminio, un balón y dos guitarras. Vamos, que no descargan un piano de cola porque no viene en los planes como asignatura que si no... Ah, claro, me olvidaba, y una flauta. Cierran el maletero y despiden a la conductora tirando un beso con la mano. Todo en medio minuto. Yo me quedo pensativo diciendo estos niños de mayores deberían trabajar en los boxes de fórmula 1 para alguna escudería.

En el siguiente semáforo coincido con un coche a mi derecha conducido por una chica. Aprovecha para tomar algo de su bolso, se mira de cerca en el espejo retrovisor y empieza a maquillarse. También preciosa sin maquillaje. Mucho. Cuando termina me mira y sonriendo le hago con los dedos la "0" del o.k., se ríe y aprovecha el verde para irse mucho más veloz que yo en su coche más nuevo, potente y rojo que el mío.

Coincido ahora con el hombre taciturno y gris de dos semáforos antes. Gris él, gris su traje y su coche. Se enciende otro cigarrillo. Sin comentarios.

En el cruce de Atocha con Alfonso XII, llego al siguiente rojo donde ya hay un señor aprovechando el semáforo para echar una ojeada al periódico. Lo he leído antes, en el desayuno, y desde luego hoy no está el mundo como para leer el periódico y conducir a la vez. Se pone en verde y el coche de atrás toca la bocina como un poseso tras el despistado conductor.

En el último, antes de llegar a la oficina, se pone a mi derecha el mejor. Es un hombre cincuentón, ni muy flaco ni muy gordo, podría decirse que no destacaría por nada. Cuando me fijo veo que se está metiendo el dedo en la nariz. Eso no es tan grave, todos alguna vez lo hemos hecho; pero lo que sí es llamativo es que se lo estuviera metiendo casi hasta el codo.

Bueno, me gustan las paradas en los semáforos cuando voy a trabajar. Cada día me hago un camino más largo, y a este paso me van a despedir. Bueno me quedaré a vivir con el mendigo para ver todas las mañanas pasar a los coches.


José nunca podrá leer este relato, no sabe qué es esto de internet ni tiene acceso más que a su litro de vino barato y a los cigarrillos que pide a los conductores, a cambio de una gran sonrisa.

miércoles, marzo 22, 2006

22 de Marzo


Hoy es el "Día Mundial del Agua". Estos días, que organizan de vez en cuando las Instituciones, a veces me suenan como a milonga con música de bandoneones celestiales. No sé. Digo que no sé si valdrán para algo o nada.

Claro, y mientras 1.100 millones de habitantes de este Planeta no tienen acceso al agua potable. Sobretodo en África, Asia y el Caribe. De los cuales 300 millones es debido a conflictos militares y causas humanas; no a causas naturales.

Y mientras la previsión para 2025 sea que 3.000 millones de seres humanos del Planeta tengan problemas con el abastecimiento de agua para vivir. De los cuales se estima que 92 de cada 100 habitantes del Caribe o África tendrán problemas en el abastecimiento.

No sé si estas celebraciones valdrán para algo.

De momento en España, con el grave problema de desertización que padecemos, sigue habiendo personas que no tienen ningún respeto ni responsabilidad ante los demás. Mucho menos con los que no tienen, ni tendrán nunca como sigamos en este plan.

Pero a quién le importa esto si nosotros abrimos el grifo y cae agua sin parar. Si los periodistas no ponen de moda el tema, la cosa, como tantas otras, pasará dulcemente inadvertida. Y el agua, a chorros, caerá y caerá...

viernes, marzo 17, 2006

Los niños de ahora


Uno ve que los niños de hoy ya no juegan con los juegos que a nosotros nos entretenían. No me refiero a los juguetes de nuestros abuelos, soldaditos de plomo o cochecitos de hojalata, sino al Monopoly, al ajedrez o a leer un simple libro que te estremeciera el corazón, con una mujer hermosa o un amigo fiel.

viernes, marzo 10, 2006

Condoleezza ¿se te fue la cabeza?


Escucho hoy en la radio que la Secretaria de Estado del Gobierno del señor Jorge Bush hace ejercicios de gimnasia todas las mañanas.

Hasta ahí eso es de lo más corriente entre las personas que habitamos en este planeta y que tenemos poca pereza de levantarnos un ratito antes para leer el periódico, pintarse la uñas, de los pies a ser posible, o hacer ejercicios antes de entrar en la oficina, el andamio o la mina; osea donde se tercie. Que aquí hay para todos.

Lo que me parece de lo más extraño, ¿original?, es que los ciudadanos norteamericanos puedan verla a través de sus televisores todas las mañanas moviendo su esqueleto -uno-dos, uno-dos-, al ritmo que le marca su entrenador personal. Que, por cierto, es un marine muy lustroso él a buen seguro.

La cosa me suena a una mezcla entre la película Oficial y caballero en que la pobre Condoleezza es el sufrido Richard Gere ante el castigador preparador de la Academia y El show de Truman o Gran Hermano.

Aunque, claro, eso de salir en programas de televisión es una cosa que hacen algunos políticos en América y acá en Europa nos llama mucho la atención. Si no que le pregunten al presidente de Venezuela, que tiene su programa y todo.

Lo que no puedo imaginarme es al señor Miguel Ángel Moratinos, homólogo de la señora Condie en el gobierno español, con un calzón ajustadito moviendo sus abdominales regordetes al ritmo del legionario reventón, mal afeitado y con patillas, que vino de Melilla a entrenarle.

Me lo imagino más como Sancho Panza acompañando al viejo Quijote sobre su burro y comiéndose unas buenas migas con tocino y vino, a la luz de la hoguera. Las flexiones que las haga Condoleezza.

sábado, marzo 04, 2006

Dos cosas y un continente


Llevamos unos días en Europa preocupados por la muerte en Alemania de un gato contagiado de Gripe aviaria. El virus H5N1, según los científicos, lo traen las aves que ahora vienen desde tierras africanas para pasar el verano fresco del norte.

Sabemos todo del virus; sabemos que vino desde Asia, sabemos que se murió un gato alemán -¡qué pena!-, que en Francia han vacunado a todas sus aves de corral, hasta conocemos que el gobierno español guarda millones de dosis para vacunar a sus aves. Por si acaso...

Y pienso, si sabemos que está pasando todo eso y que el H5N1 ahora lo traen aves desde África, cómo no conocemos la repercusión que está teniendo allí. Por lógica allí se debe estar propagando la enfermedad sin medida, como se extiende el SIDA, la malaria o la desnutrición. Pero allí lejos parece que las cosas importan casi menos.

Hoy también leo que la O.N.G. Save the children precisa 600.000 €, lo que cuesta un piso en el centro de Madrid, para cubrir urgentemente la situación de desnutrición que están padeciendo ahora 3 millones de niños en Etiopía, Kenia, Malawi, Mali, Mozambique, Niger y Zimbabwe por la sequía desvastadora que están padeciendo estos países africanos.
Pero parece que no nos afecta. Y si los periodistas no ponen de moda el tema, sólo nos importará tener el coche más alemán que el del vecino, más rojo que el del cuñado o el móvil con la cámara digital más digital.

Como lo de África no se mide en Megapixeles. Será que eso lo justifica todo...

miércoles, marzo 01, 2006

Una fortuna


Voy a hacer una fortuna grande grande, de elefante...; con lo mucho que te quiero.


¡Feliz cumpleaños!