viernes, noviembre 24, 2006

El termómetro roto


Cinco años después de la firma de la "Declara-
ción de Doha", por la cual los países más pobres pueden acceder a los medicamentos con menor coste sigue sin cumplirse. Ha declarado en su última nota de prensa Intermón Oxfam.

Los países desarrollados que firmaron, en los cuales se encuentran las más importantes industrias farmacéuticas anteponían la Salud Pública -como Derecho Fundamental que es- a los beneficios económicos. Pero a las empresas farmacéuticas no les importa tanto la Salud y el Bienestar de los más pobres sino contar €uros, dólares o doblones de oro. Es igual.

Hay muchas razones que explican la situación, pero la fundamental es que los países ricos, especialmente Estados Unidos, presionan para que prevalezcan los derechos de Propiedad Industrial e Intelectual de las Empresas Farmacéuticas, haciendo que no se puedan copiar y convertirlos en tratamientos genéricos más baratos. Y, oh qué coincidencia, estas industrias además apoyan a los partidos políticos durante sus campañas electorales. No voy a hablar del sistema electoral norteamericano, de los lobbies o grupos de presión. No.

Mientras más de 4 millones de personas se contagiaron de Sida en 2005, especialmente en África, donde es inaccesible soportar el coste del tratamiento; el cáncer considerado "enfermedad de ricos" está aumentado en los países en vías de desarrollo, más del 60% de casos se produce en ellos y la diabetes se dispara en las regiones más pobres.

Me recuerda cuando era niño y rompíamos un termómetro en casa, que nos poníamos los hermanos a jugar con el mercurio y siempre las bolitas grandes absorvían sin compasión a las pequeñas. Nuestra madre nos regañaba mucho no por el coste del termómetro roto -no excedía entonces de 500 pesetas-, sino porque, como nos decía, cuando están malitos hay muchos niños que su mamá no tiene ni un termómetro que ponerles.

Hoy, claro, los termómetros ya son digitales y llevan pilas, las mamás nunca dejarían jugar con mercurio a sus niños y son irrompibles; pero lo que no cambia es que hay mucha gente que no tiene acceso ni a una aspirina.

viernes, noviembre 17, 2006

Las ovejas


El otro día circularon por Madrid los mil y uno rebaños de ovejas en su camino hacia el sur. Quien no conoce estos movimientos pastoriles diré que los rebaños hacen todos los años un viaje de norte a sur, en otoño para pasar el invierno más templado del sur. En primavera harán, como siempre hicieron, el viaje de regreso para pasar el verano más fresco del norte. Siempre distintas ovejas, pero siempre el mismo rebaño. Este movimiento tan español como tan antiguo se llama Trashumancia.

Hoy, claro, las ovejas viajan en tren. Y como sigamos así viajarán sentaditas con su cinturón abrochado y sus teléfonos móviles apagados -que ellas son muy cívicas- en una compañía aérea de ésas de bajo coste. Porque ayer vi vuelos al sur de Italia por 9 €uros. A eso nadie se puede resistir, digo yo.

Tan importante era la lana para la economía española que el rey Alfonso X "El Sabio" instituyó "La Mesta" allá por el siglo XIII. Era y es un Privilegio Real por el cual el ganado tiene preferencia de paso por sus caminos o cañadas durante esos viajes trashumantes. Madrid creció tanto que la céntrica calle de Alcalá ha ocupado alguno de esos caminos, y por tanto es una cañada.

Hasta aquí queda muy histórico, muy bucólico y hasta muy pastoril; eso fue el domingo. Pero qué diría Alfonso X si hoy levantara la cabeza y viera el lío que hay montado. La cosa es que llevo desde entonces sufriendo los atascos en ese mismo semáforo y cuanto más tiempo se pierde, más borrego me siento. Beee beee...


*La foto está tomada desde un lugar muy próximo en un día ordinario.

viernes, noviembre 10, 2006

Millones de abrazos


Barcelona es una de esas ciudades que lo tiene todo. Los que somos de tierra adentro las ciudades que tienen mar nos parecen completísimas, y nuestras ciudades siempre se quedan como que les faltara algo. También sé que a quienes han nacido en una ciudad con mar y se establecen en Madrid tienen que ver el mar cada poco tiempo, porque es como si se ahogaran de tierra.

La cosa es que esta semana pasada estuve en Barcelona, esa ciudad a la que siempre se quiere volver. Me enteré que allí hay una señora que reparte a la diestra y a la siniestra abrazos y más abrazos. Amma, que es como se llama, está creando un movimiento de abrazados por todo el mundo y cada día son más.

En principio parece una tontería más de tantas que hay en este mundo tan ajeno a las cosas humanas. Pero luego, pensándolo bien, dices: qué iniciativa más bonita.

De los abrazos no se come. Claro. Mucho menos en este mundo tan metalizado, en el que se sabe el precio de todas las cosas pero no su Valor. Así que os mando un abrazo fuerte a todos y me dejo de blog, que yo sí tengo que comer. Por desgracia.


P.D. Videos de abrazos.

miércoles, noviembre 01, 2006

El panetone


Ayer me tocaba a mí hacer la compra, así que fui al super-
mercado con la lista de cosas escrita en un papelito. Eso de ir al supermercado a hacer la compra de vez en cuando es una cosa que nos inventamos los chicos para creernos que así compartimos en su justa medida el peso de las tareas del hogar. Pero nada más lejos, claro.

Total, que iba yo con el carrito cada vez más lleno, que si ahora un litro de aceite, que si un kilo de arroz, que si azucar o leche; y el papelito con las cosas que se necesitaban en casa, ya sudadito en la otra mano. Claro, a los chicos hay que mandarnos a comprar con la lista apuntada porque si no nos olvidamos de las cosas esenciales. Eso sí, para comprar el cargamento de cervezas y cocacolas, de galletas danesas, latas o chocolates no nos hacen falta recordatorios. Eso no se nos olvida nunca.

Esta vez en casa se iban a poner contentos porque no me estaba olvidando de nada. Por supuesto, el chocolate belga ése nuevo entró también en el carrito. Y al final, cuando me dirigí a por la fruta descubrí con terror que ya estaban vendiendo los dulces de Navidad.

En España de siempre por Navidad han sido los turrones, y ahora se han sumado los panetones por influencia latinoamericana. Nunca he sido muy de comer dulces excepto los chocolates, mucho menos el turrón por Navidad o los panetone de ahora.

Pero lo que me parece llamativo es que el 31 de octubre ya estén promocionando productos, iluminando las calles y preparando los Centros Comerciales para la próxima avalancha.

El sentido de la Navidad debe ser otro más allá del comprar y comprar. O sea.