viernes, diciembre 29, 2006

Hoy toca croissant


Como si de un resorte se tratara las mañanas laborables suena el despertador y salto de la cama.

Lo primero en mi despertar es lo primero, ya saben ustedes. Después meto la radio con el volumen bajito en un bolsillo del pijama y voy oyendo las noticias mañaneras mientras me preparo y tomo el desayuno. Leche y zumo de la nevera, el vaso de leche al microondas un minuto, Nescafé bien cargado, azúcar y el bollito de turno. Hoy toca un croissant. Todo esto se ha convertido más que en una costumbre en un ritual casi sagrado, porque lo hago sin pensar, sin hablar y rápido. Muy rápido.

Hablando de horno microondas, desde que lo cambié por otro más moderno, y ya hace más de un año de eso, no he conseguido tomarme el café a su debida temperatura. O me abraso la lengua o me lo tomo como si fuera un esquimal en su iglú. Está visto que soy de la generación que se calentaba el cafetito en la lumbre.

Bueno, decía que todo eso en tres minutos y a la ducha. Hoy tenía una reunión temprano y quizás estaba algo nervioso. Me visto y acabo de prepararme. Cartera a un bolsillo interior de la chaqueta, teléfono al otro y llaves de casa al del pantalón. El ritual está completado. Amén.

Vuelvo a la cocina, meto los dos vasos y la cuchara en el lavavajillas, y salgo. Al abrir entro el periódico; bueno ya lo leeré esta tarde, me consuelo y cierro la puerta de casa.

Hasta ahí es de lo más normal, no es noticia porque es lo que hacen al alba la gran mayoría de los españolitos de a pie. Lo que no es normal es que en mitad de la reunión me echo la mano al bosillo del pantalón y he sacado la cucharilla mañanera sucia ante la cara de estupor de mis interlocutores. Por supuesto me han llamado de casa preguntándome porqué había metido el llavero en el lavavajillas.

Creo que me estoy haciendo mayor.

Bueno, felices fiestas de Semana Santa y Feliz año 2011. ¿O no era así?

miércoles, diciembre 20, 2006

Época de celebraciones


Llevo unos días fuera y me llama la atención que, incluso en lugares de minoría católica, se celebra la Navidad. Se iluminan las calles, celebran un no sé qué; porque en algunos países desgraciadamente tienen poco que celebrar. Pero lo hacen.

Parece que el espíritu navideño inunda el mundo entero.

¡Feliz Navidad a todos!

lunes, diciembre 11, 2006

"God save The Queen"


Como la hamburguesa, la cocacola o el tabaco que fuman esos vaqueros tan machos de las llanuras, otra de las cosas que hemos importado de norteamérica es esa afición absurda de establecer listados que clasifican a las personas más ricas de España.

Ayer leía en el periódico dominical la lista de los cien españoles más ricos. El primero, Amancio Ortega, propietario y fundador de Zara, con tiendas de ropa por todo el mundo. No cito en esta entrada la estimación de su patrimonio porque es insultante. No se le acaban los billetes ni quemándolos. Pero lo que me llama la atención es que los nueve siguientes han hecho sus fortunas en el sector inmobiliario.

Eso en un país en el que uno de los primeros problemas sociales es el acceso de la gente joven a la vivienda me parece curioso.

Por otro lado en la revista estadounidense Forbes se establece un ranking de los mandatarios más ricos del mundo.

Al igual, me sorprendo.

Leo que entre los diez primeros, cinco lo son de países en que su población vive con un nivel muy inferior al de los países desarrollados, casi de pobreza. Me sorprende ver que aparece Fidel Castro en el séptimo puesto con 900 millones de dólares mientras en la Isla hay un desgraciado bloqueo económico. Sin embargo, aunque soy indiferente repecto a la monarquía británica, no digo nada de personas como la reina Isabel II que reina en un país civilizado, democrático y desarrollado.

Aunque ya dije por ahí que nunca fui bueno en ciencias recuerdo cuando el colegio que en Física decíamos que la energia ni se crea ni se destruye, sino se transforma. Ahora, claro, entiendo que la riqueza también, si unos la acaparan es porque les falta irremediablemente a otros. Ni ganas que tienen de que esto cambie. Digo.

sábado, diciembre 02, 2006

Mi extraño Madrid


Hoy ha amanecido Madrid gris, frío y lluvioso. Gris, muy gris. De esos días más invernales que los templados de otoño. Y parece que uno tiene como más ganas de quedarse en casa que de salir a la calle. Entoces me he acordado de la publicidad "Spain everything under the sun" justo cuando comienza a llover. Aún así, como es sábado y no tenía prisa, he salido a hacer unos recados antes de ir a tomar el aperitivo con unos amigos.

En mi caminar he visto al señor mayor que veo todas las mañanas en los días laborables paseando a su perrito de siempre. Y me ha saludado más el perrito con sus ojos y su rabito que él. Menos mal, me digo. Si es el señor el que se pone a mover la colita al verme me da algo. Una mujer embarazada, en su caminar, se cubría la barriga con las manos cuando pasaba cerca del ensordecedor traladrador de unos obreros.

En la otra esquina me cruzo con un anuncio de no sé que banco que dice "Sepa cómo invertir sus ahorros", a su derecha una anciana malvestida de negro pide limosna.

Ya en la calle Menéndez Pelayo, frente al Retiro, un señor de impecable Armani y corbata azul pide ayuda para empujar su bemeuve rojo a unos Hare Kishna que iban con sus túnicas naranjas. Mientras en el semáforo dos curas con alzacuellos y chaquetas negras discuten a voces sin pudor.

Cuando me acerco al parque veo en un banco sentados a dos octogenarios, él y ella, comiéndose a besos como dos adolescentes y jurándose seguro, amor eterno. A unos niños, con el frío que hace y las gotas que ya caen, jugando al fútbol en pantalón corto. Y a un mimo hablando a gritos por su teléfono móvil.

Y al final cuando entro en el bar donde había quedado con mis amigos para tomar el aperitivo, una camarera norteamericana, alta, rubia y de ojos muy azules limpiaba la mesa a una pareja de inmigrantes africanos con sus dos niños.

Me encanta vivir en este extraño Madrid.