Unas cervezas

Oigo en la radio que hay un señor muy, norteamericano y absurdo él, que ha puesto a través de internet su vida y su alma en venta. Claro, no sé el precio y mucho menos si las experiencias vividas y aprendidas por el señor en cuestión bien merecen pagar por ellas. De su alma ni hablemos. Si por lo menos fuera Cristóbal Colón, Teresa de Calcuta o David Beckham.

Osea, que la cosa me suena a música de organillo verbenero o celestial. No sé.

Bueno, yo como no quiero ser menos que ese señor vendo mi despertador puntual, mis lunes por la mañana, los enfados por tonterias con las personas que quiero, que afortunadamente siempre acaban en un perdona; los atascos en Madrid, la mezquindad y la avaricia humana, que me sacan de mis casillas; el cambio climático, del que todos somos responsables; los atentados terroristas, especialmente de ETA; las mafias que trafican con seres humanos, los niños que tienen que trabajar en vez de divertirse e ir a la escuela, que es lo que deben hacer los niños; la pornografía infantil tan repugnante, la pena capital, la pobreza en África, la guerra en Irak y tantas otras cosas.

Y si no me lo compran, lo regalo e invito a unas cervezas.