sábado, mayo 26, 2007

Las tres historias



Los últimos martes de cada mes tengo que hablar en público desde hace años; es una cosa a la que no me acostumbro. Me altero por dentro, me pongo nervioso; como una pila. Ya creo que no me acostumbraré jamás.

Lo tengo asumido. Los que saben de la cosa dicen que lo peor son los primeros cincuentaicinco años, luego ya te acostumbras y es más fácil.

Así que ya sólo me faltan cuarentainueve para hacerlo más tranquilo y como algo rutinario. ¡Qué alivio!

El asunto de hoy es que, aunque algo tarde, he tenido la suerte de ver en Google el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford el año 2006. Los alumnos de Stanford son todos listos listísimos con gafas, gorrito, toga y todo eso. El señor Jobs es todavía mucho más listo y por tanto debe llevar las gafas más gordas. El discurso es una lección de Vida, de profesión y de aspiraciones.

Los norteamericanos, ya se sabe, son muy norteamericanos ellos y hacen unas aperturas de curso o graduaciones muy universitarias y muy festivas a poder ser. Vamos, no entiendo cómo en España no se hacen las graduaciones con los alumnos vestidos de toreros y con la montera sobre las cabezas. Ah, claro, y los más gorditos vestidos de picador.

Bueno, que me desvío del tema.

El vídeo del que hablo está traducido, me parece un discurso excepcional. Aunque dura diez minutos merece la pena verlo hasta el final: Discurso de S. Jobs (Universidad de Stanford).
Cada historia es mejor y más rica que la anterior.

Está claro, dentro de unos años espero hablar como él en público.



P.D. Steve Jobs fue el creador de Apple junto a un amigo en su garaje. En tan solo 10 años la convierte en una empresa de 4.000 empleados y conocida en todo el mundo.

sábado, mayo 19, 2007

* Si quieres deja aquí tu comentario al post "El mogataz". No sé por qué no dejó la opción.
Gracias.

El mogataz


Recibo el encargo de Humberto desde México, de escribir la página 123 del libro que estoy leyendo estos días. Éste es Corsarios de Levante de Arturo Pérez-Reverte.
De él puedo decir que fue reportero de guerra; ahora escritor, Académico de la R. A. E. y de mis favoritos. Si se quiere aprender léxico y tener fluidez de vocabulario es uno de mis imprecindibles.

Sobre la novela diré que pertenece a la serie del capitán Alatriste y se desarrolla en aquella España convulsa e imperial. Donde no se ponía nunca el sol. El Mar Mediterráneo y aquella etapa de la Historia que empezó a finales del XV son dos de mis grandes pasiones ocultas.

Por supuesto no me parece bien mucho de lo que hicimos los españoles en aquella época; pero gracias a aquellos, buenos o no, hoy hablamos la lengua más rica por todo el mundo, entre otras cosas. Los hombres -todos, sin excepción- siempre son lo que son, y casi nunca lo que desearían ser. Por ello me merecen mucho respeto aquellas gestas de hombres que se dejaron la sangre y la vida por construir una nación.
En palabras del viejo capitán: "Contaré que el diablo no tiene color ni nación, ni bandera; y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada. En eso, como casi en todo, mejor nos habría ido haciendo lo que otros, más atentos a la prosperidad que a la reputación, abriéndonos al mundo que habíamos descubierto y ensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los confesores reales, los privilegios de sangre, la poca afición al trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia, la patria y el alma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para pasmo de la Historia, supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo hasta que no quedamos uno en pie. Dirán vuestras mercedes que ése es magro consuelo, y tienen razón. Pero nos limitábamos a hacer nuestro oficio sin entender de gobiernos, filosofías ni teologías. Pardiez. Éramos soldados." Nadie mejor que él para explicarlo.
Mi respeto a aquellos hombres que murieron, unos por defender lo que legítimamente era suyo y otros por querer construir un nuevo Mundo. En América, Flandes, Filipinas, en tierras de Italia o a lo largo del Mediterráneo...
Bueno, que me enrollo; al lío que me encomendó Humberto:


Capítulo EL MOGATAZ, página 123.



mar, que con la cabeza al sereno dejaban congestión o sor-
dera. Sin contar las bascas del estómago con mal tiempo, la
furia de los temporales y los peligros de la guerra, combatiendo
sobre frágiles tablas que se movían bajo los pies amenazan-
do arrojarte al mar a cada instante. Y todo eso, en compañía
de galeotes que eran la peor cofradía posible: esclavos, here-
jes, sentenciados, falsarios, azotados, testimonieros, renega-
dos, fulleros, perjuros, rufianes, salteadores, acuchilladizos,
adúlteros, blasfemos, asesinos y ladrones, que nunca dejaban
pasar de largo unos dados o una grasienta baraja. Sin que los
marineros o soldados fuesen mejores, pues cada vez que
bajaban a tierra –en Orán habían tenido que ahorcar a uno
para dar escarmiento-, no había gallinero que no asolaran,
huerta que no yermaran, vino que no traspusieran, comida
y ropa que no alzasen, mujer que no gozaran, ni villano al
que no vejaran o acuchillasen. Que la galera, rezaba el anti-
guo refrán, dela Dios a quien la quiera.

- ¿De verdad crees que valdrá para soldado?
Copons seguía mirando al moro Gurriato, y Alatriste tam-
bién. Éste hizo un ademán indiferente.

- Él sabrá. De momento conoce mundo, como quería.
El aragonés señaló despectivo la cámara de boga y luego
se tocó la nariz con gesto elocuente. De no ser por el viento
que hinchaba las velas, el hedor de la gente hacinada entre
remos, rollos de cabo y fardos, unido al que subía de la sen-
tina, habría sido pesado de respirar.

- Exageras con lo de conocer mundo, Diego.
- Todo se andará.



Corsarios de Levante (Arturo Pérez-Reverte)
Editorial Alfaguara
ISBN: 84-204-7101-1

viernes, mayo 11, 2007

La celebración del lienzo


No sé si es el cuadro de Picasso el que debe estar de enhorabuena por estar expuesto en el MoMA de Nueva York o es el MoMA el que debe estarlo por exhibir tal cuadro. Pero el caso es que "Las señoritas de Aviñón" (1907) cumple cien años.

Los que saben de la cosa dicen que significó el comienzo de la época negra del cubismo en el autor o que es una de las piezas claves en el neoyorquino museo. Pero a mí nunca me atrajo. Ningún -ismo moderno lo ha hecho.

Quizás sea porque desde el colegio, que es donde se aprende a saber valorar el arte, siempre llegábamos al siglo XX a final de curso. Mal y tarde, como de puntillas y rápido. Yo que era mal estudiante no me metía en ello a fondo, porque casi nunca caía en los exámenes.

Aún así me sumo a la celebración del centenario del lienzo de los cinco medios cuerpos femeninos y las caras imposibles. Ahora, que las señoritas esas deben estar ya muy mayores. Si de jovencitas ya no eran muy guapas cómo serán ahora ...

sábado, mayo 05, 2007

Mi extraño Madrid (2)


Como mañana se celebra en España el Día de la Madre, aunque es sábado, salí esta mañana temprano a unos Grandes Almacenes para comprar un pequeño obsequio a la mía. Siempre he pensado que esas celebraciones se las han inventado los comercios para vender más, pero no es plan ponerse a discutir sobre la cosa y mucho menos no demostrarle a la mía que es una persona ejemplar.

Al salir de casa he visto a una señora embarazada tirando de dos niños de la mano y de otros dos en un carrito. Eso sí, todos igual vestidos de gris y rojo. Un señor gordo paseando uno de esos perros flaquísimos y estilizados.

Un ciego con su bastón blanco hacía cola en la puerta de un cine para comprar la entrada y ver la película en la tarde. En la misma Gran Vía a un hombre cojo, con un solo pie, le limpiaba afanosamente el zapato un viejo limpiabotas. Mientras el policia guiaba el tráfico en el cruce de la calle Alcalá con una sonrisa y sin poner multas a los que apuran el semáforo en rojo.

Frente al hotel Ritz dormían dos mendigos envueltos en una sucia manta y sin más compañía que un sobado cartón en el que pedían limosna. Al otro lado la Bolsa de Madrid con el índice Ibex por las nubes.

Al llegar a la librería de los Grandes Almacenes dos inglesas, pechugonas y muy tostadas por el sol español, pasaban de largo frente a una oferta de libros de Shakespeare y pedían en un español infernal a la dependienta El Quijote de Cervantes. Dos ancianos de 80 o más pagaban en caja un cd de Shakira. Y yo le compré El Perfume a mi madre. Espero que le guste y se lo lea en dos días, como hace con todos.