sábado, enero 28, 2006

El Abierto de Australia.


Estaba viendo en la tele la final de tenis del Abierto de Australia disputada entre la francesa Amelié Mauresmo y la belga Justine Henin-Hardenne. La cosa ha acabado rápido y mal. Mal para la belga y rápido para todos. Lo bueno es que como el tiempo que iba a dedicar a ver el tenis ha sido poco, lo he podido dedicar a escribir la pseudocrónica en mi post.

La verdad es que la francesa ha estado mucho mejor, mientras que a Justine, todos lo sabíamos, algo le estaba pasando. Cuando Mauresmo ganaba en la segunda manga por 2-0 (0-30), tras imponerse en el primer set por 6-1, la ex número 1 del mundo Henin se acercó al juez de silla para anunciar su retirada.

El motivo de su abandono eran unas molestias estomacales. Todos las hemos tenido, lo siento por ella, por su entrenador, por sus seguidores y por tantos meses de entrenamiento y esfuerzo mal acabados así.

La reflexión que ahora me hago es cómo una cosa tan simple y tan humana como un dolor de estómago puede llegar a ser tan trascendental. Además de su categoría en el ranking mundial, ha perdido muchos miles de dólares. Y todo por culpa de sentir un poco revuelto su estómago. Un insignificante bichito, que tras una vaso de agua frío o un de un simple helado, coloniza nuestro cuerpo y nos hace sentirnos fatal.

Bueno, eso demuestra que todos somos humanos y que salvo Arnold, ninguno de los que pisamos la tierra somos superhombres. Ni siquiera los que mandan invadir Irak y no son capaces de salir de allí para que no haya más muertes de soldados americanos.

Ahora dime tú, ¿cuándo has tenido que dejar de hacer algo porque tu cuerpo dijo basta?

lunes, enero 23, 2006

Mis cinco extraños hábitos


El periodista nunca debe ser la noticia, salvo cuando no queda más remedio; nos decían incansablemente en la Facultad de Periodismo. Esto es lo que me ha pasado a mí, Srta. Lee me ha puesto deberes como cuando íbamos a colegio y nos mandaban las tareas para casa. Pero esto es más complicado que la tabla de multiplicar. Dos por uno es dos, dos por dos es cuatro...

La cosa es que anoche, cuando leí el encargo, volvía de un viaje de fin de semana y no tenía la cabeza para introspecciones ni siquiera para ir desde élla a mis asuntos. O sea encefalograma plano. Llevo 30 años muy malos, ejem ejem.

El viaje que hice se trata de una partida de cartas que hacemos una vez al año el grupo de amigos que somos. Nos juntamos en un hotel de un pueblo de Segovia (Turégano) y después de una buena comida nos liamos con la baraja de cartas hasta altas horas de la madrugada. Por supuesto los billetes corren de mano en mano y la pareja de cada uno -si la tiene- no quiere ni oír del pueblo ése cuando van a llegar estas fechas ni de este viajecito de amigotes. Éllas no van. Ni quieren ir, por supuesto.

Así de simple es la cuestión, pero con las tonteras de cada uno, las copas, el corderito asado y el juego de las Siete y media nos lo pasamos genial. A los que no lo saben, las Siete y media es parecido al Black Jack de los casinos pero a la española y más simple. Casi como un jueguecito de niños.

Por cierto, este año perdí. Los jugadores nunca dicen cuánto, así que guardaré el más absoluto de mis silencios. Por culpa de LEE ya voy a contar otras cosas de mi intimidad más oculta.

Bueno, cojamos al toro por los cuernos y empecemos:


-Adoro comer fuera de casa con amigos, una buena sobremesa con copas, café y puros habanos. Por supuesto sin mirar el reloj. Me gusta comer casi de todo si es con compañía. Sólo odio las comidas de trabajo, en las que tienes que ir de corbata y no puedes contar ni que te cuenten chistes. Aunque ya me he comprado el jersey de Evo para las comidas de trabajo de este invierno.

-Tengo complejo de saber arreglar todos los aparatos electrónicos que no funcionan. Cuando se estropean me pongo muy serio, cien mil herramientas sobre la mesa-empiezan las risas a mi espalda-, de todo tipo, y abro los aparatos. Luego no sé ni atornillarles la tapa. Pero no quiero reconocer que mis conocimientos sobre la cosa se limitan a On y a Off. Tengo ya aburrida a toda mi familia con mis arreglos. Déjamelo y te lo arreglo en un pis pas; ya ya, no lo vuelven a ver funcionando. Ya no creen en mí. Ellos se lo pierden, me digo.

-Me cargan los profesionales del calendario. Son esas personas que van calendario en mano por la oficina diciendo "si me voy de vacaciones el viernes tal, vuelvo el lunes cual y gano dos días más por el fin de semana y entre medias está San Apapurcio Bendito y su prima que es festivo y gano un día más". Patético. Cuando hay trabajo hay trabajo y cuando no, pues piensas en las vacaciones y en la fiesta.

-Nunca dejo los zapatos en el armario desparejados. Es decir, siempre por parejas, el izquierdo a la izquierda y el derecho a la derecha. Es una manía que me contagió una chica norteamericana que vivió unos años en España cuando estudiábamos. Decía que da mala suerte, yo no soy supersticioso. Pero por si acaso se ha convertido en un hábito en mí.

-Rezo todas las noches. Sí ya sé que es lo más normal del mundo, pero la gente de mi generación y mi entorno no lo hace. Vivimos en una sociedad prepotente y que se cree autosuficiente. Yo no soy así, me gusta dar gracias por lo que soy, por quien soy, por lo que tengo y por lo que seré; sé que todo eso podría irse de golpe si no es con la ayuda de Dios.

Bueno, Elizabeth, cumplí con tu encargo. Soy muy celoso de mi intimidad, así que he sudado sangre en el papel al escribir esto públicamente. Por eso entenderás que no meta en la "meme" ésta -como tú dices- a cinco más. Sólo a Laura, me gusta mucho su blog y su vida. Perdonadme las dos, por una cosa y por la otra. O sea.

miércoles, enero 18, 2006

El jersey a rayas


Hace unos días fue noticia la visita a España del futuro presidente de Bolivia elegido en democracia, Evo Morales. Pero Arnie, viejo conocido en mi Blog, se colaba en mis post como si fuera una obsesión y, claro, Evo tenía que esperar. Hoy la justicia del Estado que él gobierna -Arnoldo- ha vuelto a suministrar la inyección letal a otra persona, pero no, no voy a dedicarle otro post. Mi postura ante la pena capital es obvia.

Decía que nada más ser elegido por la mayoría Boliviana para gobernar su país, Evo Morales realizó una visita a los Gobiernos Venezolanos, Español y Chino. Hasta ahí todo normal. Todos los mandatarios cuando son elegidos empiezan la ronda de visitas al exterior para buscar apoyos. No voy a valorar al gobierno o desgobierno español. Mejor callo.

Lo que llama la atención es que el líder boliviano haya visitado a los presidentes de gobierno, al Rey de España y a los ministros con un simple jersey rojo a rayas. Nadie lo había hecho antes. Por lo que representa, por lo que representan las personas a las que se va a visitar, por seriedad, siempre usan traje y corbata. El jersey es para otras ocasiones. Dicen que el Rey, una persona tan cercana y natural, le dijo en broma "ya irás aprendiendo estas cosas".

Supongo que él se sentiría como cuando vas a una reunión y todos van de traje pero tú no, y te empiezan a caer goterones de sudor por la espalda. Pero digo yo que la corbata y el traje no es símbolo de nada ni garantía de ser una buena persona. La gente con menores escrúpulos que me he encontrado en la vida vestía corbata azul y dientes muy blancos mientras sonreía. No hay más que ver las noticias en televisión.

¿Crees que la corbata es garantía de algo? Yo no lo sé.

Lo que sí sé es que no me gustan los gobernantes de verde oliva. Éstos no te dejan ni decir lo que piensas.

jueves, enero 12, 2006

Arnoldo y Maroto el de la moto

Es como si empezara a ser una costumbre mía, como otra cualquiera, escribir en mi blog sobre el gobernador de California Arnold Schwarzenegger. Leo en el periódico que Arnie tuvo el domingo un pequeño accidente de moto junto a su hijo de 12 años mientras conducía su Harley.

Hasta ahí todo es de lo más normal en Hollywood. Esas cosas ocurren a diario y afortunadamente no ha tenido más consecuencias. Lo que llama la atención es que el Gobernador no tiene un permiso de conducir para este tipo de vehículos -moto con sidecar- según la agente de policia que intervino Sara Faden. Y es que conducía con una licencia inadecuada, que sacó en Austria antes de emigrar a EEUU allá por 1968.

Sin embargo la Administración del Estado que él gobierna estima que no es necesario poseer un permiso para ese tipo de vehículos si ya se tiene un permiso de conducir. La policia responsable e implacable frente a la Administración que Arnoldo gobierna. ¡Qué bonito!

Será la Justicia Estatal quien deberá decidir si hubo infracción o no.

Y digo yo, ¿crees que los Tribunales del Estado tendrán ahora la misma objetividad e igual perdón que él tuvo con el último ejecutado en su Estado (Stanley Tookie Williams) hace unos días?

sábado, enero 07, 2006

El AX blanco y mis zapatos


Leyendo el otro día un post muy gracioso de Eat desserts -la come postres- y su historia con su automóvil me ha recordado la historia que paso a contaros.

Corrían aquellos años locos de Universidad en los que yo tenía aquel viejito Ford Fiesta que tanto corrió por las carreteras españolas. Por aquella época tonteaba con una chica, excelente por cierto, que conducía un pequeño Citröen AX blanco. También en aquel entonces, como diría Vale, un coche de mina no más; hoy ya no.

Como la chica en cuestión lea este post algún día me mata. Hoy es una buenísima esposa y madre de tres geniales niños. Por supuesto esposa de otro, y madre por el mismo señor que no por mí. ¡A ver qué se piensan!

Bueno, la cosa es que su auto andaba medio estropeado varios días y en el taller no le daban solución. Yo, claro, con mis conocimientos de mecánica nulos, la necesidad en aquellos años de hacerme el machito y solucionar el problema ante ella y mis recientes conocimientos de Derecho, que entonces eran pocos pero yo me creía el mejor Jurista de la Tierra, quedé con élla para ir a la mañana siguiente al taller central de la Citröen en Madrid. Temprano, eso sí.

Al llegar allí y tras media hora de discusión con aquel jefe de mecánicos veo que empieza a ponerme caras raras y a observar mis zapatos. Supongo que él tenía esas discusiones a diario y estaba más experimentado en éllas que Beckham tirando penaltis. El caso que debía estar haciéndome era el mismo que mis conocimientos sobre mecánica. O sea, nulo.

La cosa es que después de ver sus caras como de estar jugando al póker con un misionero cojo mientras hablábamos de la avería y de no quitarme ojo a los zapatos, me miro y llevaba puesto un zapato distinto en cada pie. Claro, la vergüenza fue tremenda. Creía morirme.

En mi descargo debo advertir que sí eran del mismo color. Y que la chica en cuestión siguió siendo mi chica algún tiempo. Pero las risas a mi costa duraron después muchos meses.

Por supuesto no he vuelto en mi vida por ese taller, y creo que desde entonces no me gustan los coches marca Citröen.

¿Qué otras cosas te han hecho sentir el ridículo más grande de tu vida?

P. D. Aunque el mecánico se creyera que yo estaba mal de la cabeza nos arregló el coche. Por cierto.

domingo, enero 01, 2006

2006


Todos los años deben tener un propósito. El mío para este año: tomarme las cosas con más calma.

¿Cuál es el tuyo?