El inhibidor del ministro
El otro día seis jóvenes soldados del ejército español, tres españoles y tres colombianos, casi adolescentes, morían en brutal atentado con coche bomba en Líbano. Y la vida les resbalaba al paso del BMR que los transportaba, justo cuando explotaba una bomba a distancia.
Los BMR son esa cosa con ruedas que aunque tan blindada, tan carísima y tan equipada no sabe preservar al 100% las vidas de sus esforzados ocupantes. Será que al final, la vida, la de todos nosotros, es tan frágil que sólo Dios es quien la decide, a pesar de que le pongamos blindajes y más blindajes.
Decía que el resultado de ese atentado se podría haber evitado. Tan sólo con instalar en el vehículo BMR un inhibidor de frecuencias, que es un aparatito que evita que funcionen los mandos a distancia. La cosa sólo cuesta 30.000 €uros. Cantidad, aunque nada despreciable, casi insignificante sobre el coste total del vehículo BMR y más que despreciable si es para proteger a personas en zonas de alto riesgo.
Más cuando cualquier politicucho de medio pelo se pasea por Madrid en coches oficiales que sí los llevan. Dejándonos a los demás a su paso con los teléfonos sin cobertura o los sistemas electrónicos a distancia de nuestros coches fuera de uso.
Estoy harto de que vayan un día de navidad a Kosovo, Afganistán, Bagdad o Líbano con el casco y la botas puestas a hacerse una foto. Como si ellos en una mañana supieran de veras lo que es una guerra, un muerto tirado en la cuneta de una carretera, una tienda desavastecida durante meses mientras tu hijo te pide leche o un periodista muerto por una bala perdida que rebotó en la pared... A eso simplemente lo llaman "daños colaterales". Y se quedan tan contentos.
Estoy harto de que nos digan que las Fuerzas Armadas van en misión de paz. El ejército no es una ONG. Acude a zonas de guerra, en conflicto, porque creemos que nuestro sistema de vida es el menos malo y lo defendemos a traves de él, creemos firmemente en la libertad del individuo, de la mujer, de los niños; creemos en la libertad cultural, en el derecho a informar y ser informado, en la libertad religiosa o sexual.... En fin, creemos en la DEMOCRACIA, otros no.
Gracias muchachos por dejaros la piel en ello y los otros que sigan apoltronados en sus coches oficiales. Ellos sí que son daños colaterales...