sábado, diciembre 29, 2007

Mi deseo para 2008

Uno no sabe si es bueno que las carreteras modernas no crucen por ningún pueblo y sean sólo vías rápidas. No hay más que estaciones de servicio de grandes compañías petroleras; eso sí, con servicios ultramodernos, cafeterías prefabricadas y hasta omnipresentes Mac Donalds. Rápidos, todo muy rápido. Y muy artificial, a poder ser. ¡Qué asco de progreso a veces!
Y yo volvía ayer de un viaje largo por una de esas interminables autopistas. El día estaba gris, frío, lluvioso y desapacible. Casi ni apetecía seguir el camino.
El caso es que como me estaba entrando demasiado sueño, de ésos que son tan malos compañeros de viaje, decidí salirme de la autopista para tomarme un café bien cargado en algún bar de pueblo. A ser posible del centro de la aldea, donde se habla con la gente y parece que entre unos y otros no pasa el tiempo.
En ésas estaba en la barra de la taberna con mi café solo doble y hablando con el camarero del partido del domingo pasado entre el Real Madrid y el Barça. A mi derecha un grupo de albañiles; eran 4 o 5 tipos rudos, de manos duras y manchadas de cemento y yeso. Fumaban y bebían sin parar y hablaban en voz muy alta. A su estilo. Mientras, yo me iba despejando. Me gusta este tipo de gente, me dije.
Mientras ocurría todo esto se detuvo en la puerta un coche de esos blancos y verdes de la Guardia Civil. Por la ventana veo cómo salen del coche dos guardias; uno se queda junto al coche y el otro empuja la puerta y entra. Es un guardia joven, alto y fuerte. Dice buenas tardes mientras se quita la teresiana y se acerca a la barra. Un café por favor, pide al camarero. Y cuando lo tiene delante saca del bolsillo dos aspirinas y se las toma de un sorbo junto al café. Qué le debo, pregunta con prisa, echándose la mano al bolsillo.
El camarero va a abrir la boca, cuando los albañiles le hacen un gesto negativo. Está invitado por los caballeros, agente; dice el hombre tras la barra. El guardia se vuelve y mira sus ropas honradas, manchadas de trabajar, sus caras rudas sin afeitar, sus manos encallecidas, llenas de cemento y yeso entre las uñas; fatigados de todo. Y les dice, Muchas gracias, señores.
Los cinco lo observaron muy serios, y hasta alguno de ellos inclinó respetuosamente la cabeza. El guardia civil se puso otra vez la teresiana sobre la cabeza y al abrir la puerta le dijeron todos a la vez: "Buen servicio".
Hoy me he acordado de esta historia de ayer cuando anochecía. Sé que es larga para un post. Mil disculpas. Pero es mi homenaje y mi deseo para 2008, la Guardia Civil es uno de los Cuerpos que más sufre el terrorismo en España y hoy me acordé de ellos, de su historia.
Todos los terrores son iguales. En España, Colombia, Bagdad, Nueva York, Londres o en las calles de Belfast... Son igual de canallas. Por eso mi deseo para 2008: que sea un año sin terrorismo. Del color que sea.
Ya dije, hoy me acordé de ellos.
P.D. Por cierto, esta vez el Madrid ganó al Barça 1-0.

sábado, diciembre 22, 2007

Betty la fea

España es un país en que cualquier persona con dos dedos de frente y un poco de sentido común sabe que tenemos unos Cuerpos de Seguridad excelentes. Desarrollan su trabajo de manera honesta, honrada y eficaz. No siempre en las mejores condiciones, pero ese es otro tema. Y más, viendo lo que hay por ahí suelto, se puede decir que son de lo mejor que hay comparado con otros países.

Hoy me entero por los políticos de la tele que van a recibir formación práctica y teórica sobre la Igualdad de trato y la no discriminación con la Persona inmigrante. Y en los libros de texto de la cosa hacen el siguiente cuestionario. Estarán orgullosos, la cabeza no se la han exprimido; me digo. Por obvio, ridículo y por el mal gusto de algunas preguntas.

Lo transcribo más adelante porque es absurdo, merece la pena leerlo.

Seamos justos, respecto a la inmigración no tengo opiniones mojigatas. Creo que a una persona que ha venido a trabajar, a buscarse un futuro honrado para él y para su familia -de aquí y de allá-, a levantarse él, a un país que le es extraño y áspero como es el mío, no se le debe dificultar o hacerle más difícil el camino. Porque a la vez está levantando mi país. Es recíproco.

Claro, en lo tocante a los aprovechados de mala fe, que los hay a patadas, también tengo mis propias ideas, porque ellos son los que hacen más daño a sus compatriotas. Pero de esos hoy no toca hablar.

Al final no sé por qué, pero yo siempre me siento más cómodo tomando un sancocho, un ceviche, una Coronita, una Modelo o un Pisco que tomando una Pinta en un pub de Dublín o en la sauna del hotel de Helsinki.

Y sobre el cuestionario no sé, si algún policía da más de 10 puntos no merece llevar la placa ni un arma por las calles. Para ser más ridículo sólo falta alguna pregunta tipo: "¿A ti te gusta ver por las tardes Betty la fea?". Demencial.

¿ES USTED XENÓFOBO?

Descubra si es usted racista con este test dirigido a policías. Dé a las siguientes afirmaciones una puntuación de 1, 2, 3, 4 o 5, donde 1 es “completamente en desacuerdo” y 5 es “completamente de acuerdo”.

1. En España hay otros que salen adelante por sus propios esfuerzos. Los inmigrantes deberían hacer lo mismo sin un trato especial.

2. La mayoría de los políticos españoles se preocupan demasiado por los inmigrantes y no lo suficiente por los españoles.

3. Por lo que he podido ver, los inmigrantes son muy diferentes a los demás en su forma de hablar y de comunicarse con la gente.

4. Los inmigrantes ocupan puestos de trabajo, viviendas y puestos escolares que deberían ser ocupados por españoles.

5. El inconveniente de que los inmigrantes se introduzcan en locales públicos, pisos... es que no saben respetar las normas de convivencia establecidas.

6. No me importaría si uno de mis parientes más próximos se casara con un inmigrante siempre que tuviera un nivel social como el mío.

7. Si los inmigrantes se quisieran esforzar un poco más, podrían estar, al menos, tan acomodados como los demás.

8. Los españoles y los inmigrantes no pueden estar tranquilos unos junto a otros, aunque sean amigos.

9. No se puede uno fiar de la honestidad de los inmigrantes.

10. Los inmigrantes son muy diferentes de los demás en sus hábitos de higiene y en la necesidad de limpieza.

Ahora sume sus respuestas: cualquier puntuación por encima de 30 es indicativa de que usted mantiene actitudes racistas.


lunes, diciembre 17, 2007

Rebecca

El sábado fui a una de esas comidas multitudinarias de compromiso a las que no me suele apetecer ir. Pero tuve que ir. Era la comida de la empresa de un buen amigo.

Me sentaron al lado de una chica joven de no sé qué mutinacional norteamericana. Muy lista, hablaba cinco idiomas, 25 años no más y un master M.B.A. cursado en Wharton (Pennsylvania). Era directora financiera.

Guapísima, pensé. La mujer más guapa y simpática del mundo.

Llevaba un traje de Dolce & Gabbana negro, escotado hasta casi donde la espalda pierde su nombre y pelo liso negro recogido en la nuca. Ojos vivos e inteligentes que me miraron en alguna ocasión de esa manera tan singular con que sólo saben mirar las mujeres, como escudriñándote por dentro hasta el último rincón de tu cuerpo. Que ni la aprenden ni tiene edad, porque sólo ellas saben hacerlo así, desde siempre.

Contra mi pronóstico la comida, aunque larga, fue muy divertida y en mi mesa, que era de diez personas, nos reímos bastante. El año que viene repito sin duda.

Cuando volvíamos para casa en el coche de mi amigo comento: "Buena chica Rebecca, lo tiene todo."

Y mi amigo Alberto, que conducía, se ríe por no llorar y me dice: "lástima de lo que se mete en el cuerpo, con todo lo que Dios le dio. Porque esa chica no puede durar mucho así, o es que no has visto cuántas veces se levantaba de la mesa."

Recordando esa comida ahora, yo me digo que prefería la historia de Rebecca, su simpatía, su futuro profesional, el vértigo que producía asomarse a su escote, su juventud o esa sonrisa blanquísima sin saber nada más de su historia.

Porque a veces uno sabe más cosas de las que quisiera saber. Y la historia de esa chica si no cambia es irremediable.

miércoles, diciembre 12, 2007

La cena

Todos los años por estas fechas nos reunimos para cenar en casa un grupo de compañeros de colegio, y para mí es cuando empieza la Navidad. Claro, con sus mujeres. O ellas con sus maridos.

Es casi un rito para mí, ese día de la cena realmente siento que ya empieza la Navidad. A pesar de que las lucecitas, los árboles, las tiendas o la publicidad llevan casi un mes recordándonos machaconamente en qué fecha estamos y desvirtuando lo que desvirtúan.

Decía que aunque nos separamos en 1985, no dejamos esa sana costumbre de juntarnos antes de Navidad. Aunque sea sólo una vez al año. Porque la amistad es un tabaco que se comparte toda la vida. Incluso cuando se deja de fumar.

Es ya casi un rito, nuestro rito.

Una persona que quiero mucho acostumbra a decirme que para ella son muy importantes los ritos. Para mí tras veintitantos años se ha convertido en el inicio de mi Navidad. Y como tal me toca felicitar a quienes me leen y pedir un deseo para todos. ¿Cuánto hace que no oímos palabras como honradez, honor o decencia? Parece que ahora los valores auténticos son ganar dinero, fanfarronear o exhibirse. Cada vez más.

Pues eso, que empecemos a oír más las primeras y menos las segundas. Pos eso...

Foto: Arquera.

viernes, diciembre 07, 2007

Se les van a saltar hasta las lágrimas

Me entero de que el jamón ibérico se importa de manera legal a partir de hoy en los Estados Unidos. Y no sé si eso es bueno, malo o regular. Porque, claro, este mundo lo ordena la ley de la oferta y la demanda, y creo que eso va a suponer una subida de precios. A mayor demanda, ante la misma producción, el precio sube. No sé.

No conozco a nadie que no se rinda ante un buen jamoncito ibérico. No conozco a nadie a quien le hubiera sentado mal un atracón de jamón. Está claro lo qué va a ocurrir en el país de las hamburguesas.
Quienes no han vivido España, diré que el cerdo ibérico es un cerdo que vive en las dehesas españolas. Es una raza autóctona de la península ibérica.
No sé si se acabó, como buen español, viajar con paquetitos envasados al vacio de jamoncito en la maleta. No sé si se acabo pasarlos por las aduanas como si llevaras el objeto más preciado de tu vida, no sé si se acabó abrir un envase de jamón en el lugar más extraño del mundo y aparecer españoles de hasta debajo de las piedras para compartir tu jamón y un poco de conversación. Pero lo que sí sé es que a los norteamericanos se les van a saltar hasta las lágrimas al comer este manjar.
Me está entrando un hambre...

miércoles, diciembre 05, 2007

El mejor padre del mundo

Ayer leía en uno de mi blogs favoritos algo sobre la pérdida del tiempo y lo que le decía sobre ello su padre cuando era niña. Y al leer pensé en muchas cosas sobre mi padre cuando era niño. Yo también tuve el mejor padre del mundo.

No sé, leerlo me recordó muchas cosas de cuando niño. De mi vida, de mi padre.

Como yo era muy mal estudiante en el colegio, para él perder el tiempo era casi todo lo que no fuera estar en mi cuarto estudiando. Ella decía en su blog que para el suyo perder el tiempo era no hacer cosas útiles. Pero lo que tenían en común es que estaban siempre exhortándonos cada dos por tres a no perderlo.

Los padres de aquella época hasta alguna vez nos decían que la razón de algo es porque yo lo digo y soy tu padre. Si teníamos un fracaso escolar sólo era culpa nuestra y no nos mandaban al psicólogo. Claro, y algún cachete o colleja nos caía. Siempre con motivo.

Nos educaban sabiendo que las cosas tenían un valor; en mi generación, a quienes ya nunca nos faltó de nada, sabíamos que las cosas eran producto del esfuerzo personal.

Hoy no sé si la educación es mejor o peor. No sé. Digamos que simplemente es distinta. Pero lo que sí es seguro que entonces nos enseñaban que las cosas que verdaderamente valen la pena son producto de no perder el tiempo. Son una carrera de fondo.

Hoy se enseña a ganar los cien metros del día a día, pero no se enseña a ganar continentes.

Y yo, aunque era muy mal estudiante de niño, estudié hasta el final. Qué más da el qué, la cosa es que fue hasta el final. Ya lo dije, tuve el mejor padre del mundo.


P.D. Gracias Inte.

sábado, diciembre 01, 2007

Una estatua en el pueblo

Una de las buenas cosas que me hacen feliz los sábados es que puedo leer el periódico con tranquilidad mientras tomo el café del desayuno. Los demás van amaneciendo, y yo aprovecho ese momento de silencio para leerlo tranquilo. Me gusta. Mucho.

Y son esas pequeñas cosas las que nos muestran que el tuétano de la vida está en el transcurrir de las cosas sencillas. Pero no, aunque la vida se nos escape escurridiza entre los dedos, no me voy a poner filosófico ni es el tema de la entrada de hoy. No sé hacerlo.

La cosa es que como tengo más tiempo, leo en una noticia de esas pequeñitas que no leerías en un día normal, sin apenas tratamiento en el diario, que un empleado de la Toyota en Japón ha muerto por trabajar en exceso. "El operario, Kenichi Uchino falleció después de trabajar 80 horas extras durante varios meses y otras 114 suplementarias en los 30 días previos a su fallecimiento."

Y digo yo que eso en España sería imposible. ¿Morirse por trabajar mucho? Imposible. Si eso le ocurriera a alguien le hacían una estatua con su nombre en la plaza del pueblo. Aquí en España venderíamos nuestra alma al diablo por una cervecita con los amigos, por unas vacaciones o por un puentecito largo. Pero por trabajar mucho, jamás...