El termómetro roto
Cinco años después de la firma de la "Declara-
ción de Doha", por la cual los países más pobres pueden acceder a los medicamentos con menor coste sigue sin cumplirse. Ha declarado en su última nota de prensa Intermón Oxfam.
Los países desarrollados que firmaron, en los cuales se encuentran las más importantes industrias farmacéuticas anteponían la Salud Pública -como Derecho Fundamental que es- a los beneficios económicos. Pero a las empresas farmacéuticas no les importa tanto la Salud y el Bienestar de los más pobres sino contar €uros, dólares o doblones de oro. Es igual.
Hay muchas razones que explican la situación, pero la fundamental es que los países ricos, especialmente Estados Unidos, presionan para que prevalezcan los derechos de Propiedad Industrial e Intelectual de las Empresas Farmacéuticas, haciendo que no se puedan copiar y convertirlos en tratamientos genéricos más baratos. Y, oh qué coincidencia, estas industrias además apoyan a los partidos políticos durante sus campañas electorales. No voy a hablar del sistema electoral norteamericano, de los lobbies o grupos de presión. No.
Mientras más de 4 millones de personas se contagiaron de Sida en 2005, especialmente en África, donde es inaccesible soportar el coste del tratamiento; el cáncer considerado "enfermedad de ricos" está aumentado en los países en vías de desarrollo, más del 60% de casos se produce en ellos y la diabetes se dispara en las regiones más pobres.
Me recuerda cuando era niño y rompíamos un termómetro en casa, que nos poníamos los hermanos a jugar con el mercurio y siempre las bolitas grandes absorvían sin compasión a las pequeñas. Nuestra madre nos regañaba mucho no por el coste del termómetro roto -no excedía entonces de 500 pesetas-, sino porque, como nos decía, cuando están malitos hay muchos niños que su mamá no tiene ni un termómetro que ponerles.
Hoy, claro, los termómetros ya son digitales y llevan pilas, las mamás nunca dejarían jugar con mercurio a sus niños y son irrompibles; pero lo que no cambia es que hay mucha gente que no tiene acceso ni a una aspirina.