El humo de la 5ª
Hace algo más de un año se prohibió fumar en la oficina. Claro, ante la insistencia de los fumadores y el malestar creado, se decidió abrir la terraza de la quinta planta para que quien lo necesitase subiera a fumarse un cigarrito. Eso sí, con la condición de que fuera como máximo, uno cada hora y media. La medida fue bien acogida y unánime.
De vez en cuando subo a la terraza de la 5ª, no porque sea fumador, sino a hablar con los compañeros y ver cómo es la salud de la Fundación. Sí, trabajo en una Fundación. Me encanta.
En esos corrillos de compañeros charlando, entre caladas y tras el humo de cien marlboros, se aprende más del orden de la empresa que entre las líneas de mil informes cuadriculados y espesos.
Cada vez sube menos gente. Terapias, parches, acupunturas y mucha fuerza de voluntad están haciendo que cada vez la terraza esté más deshabitada de almas. Pero la costumbre de subir a la terraza está muy bien. Se trabaja mejor.
Y ya han dejado de subir el grupo de secretarias que, entre risas, hablaba de sus niños, de sus maridos o del auxiliar nuevo, que va luego a hacer pesas al gimnasio; el hombre gris que nunca hablaba de nada, gris él, gris su traje y gris su corbata; el de contabilidad, que siempre estaba con sus números y que si dos más dos son cuatro; el informático, que no sólo te contaba el problema del servidor de la empresa, sino algo peor, intentaba que lo entendieras. Sí, sí, claro, le decías y el grupito de Recursos Humanos que siempre estaba con el fútbol a cuestas, los chistes verdes, el pecho de Elsa Pataky o de la otra.
Llegó la primavera, como llegará el otoño y navidad; aunque cada vez se fume menos, yo quiero seguir subiendo a la 5ª y que me cuenten las necesidades de la Fundación, el último chiste de Bush, lo mal que estuvo el Real Madrid o que las chicas sigan hablando entre ellas de lo bien que está José, el nuevo.
De vez en cuando subo a la terraza de la 5ª, no porque sea fumador, sino a hablar con los compañeros y ver cómo es la salud de la Fundación. Sí, trabajo en una Fundación. Me encanta.
En esos corrillos de compañeros charlando, entre caladas y tras el humo de cien marlboros, se aprende más del orden de la empresa que entre las líneas de mil informes cuadriculados y espesos.
Cada vez sube menos gente. Terapias, parches, acupunturas y mucha fuerza de voluntad están haciendo que cada vez la terraza esté más deshabitada de almas. Pero la costumbre de subir a la terraza está muy bien. Se trabaja mejor.
Y ya han dejado de subir el grupo de secretarias que, entre risas, hablaba de sus niños, de sus maridos o del auxiliar nuevo, que va luego a hacer pesas al gimnasio; el hombre gris que nunca hablaba de nada, gris él, gris su traje y gris su corbata; el de contabilidad, que siempre estaba con sus números y que si dos más dos son cuatro; el informático, que no sólo te contaba el problema del servidor de la empresa, sino algo peor, intentaba que lo entendieras. Sí, sí, claro, le decías y el grupito de Recursos Humanos que siempre estaba con el fútbol a cuestas, los chistes verdes, el pecho de Elsa Pataky o de la otra.
Llegó la primavera, como llegará el otoño y navidad; aunque cada vez se fume menos, yo quiero seguir subiendo a la 5ª y que me cuenten las necesidades de la Fundación, el último chiste de Bush, lo mal que estuvo el Real Madrid o que las chicas sigan hablando entre ellas de lo bien que está José, el nuevo.
13 comentarios:
Hola
Aunque no fumo no he fumado nunca, me identifico con lo que dices.
Gracias por tu comentario en mi blog!
Saludos desde Chile
En mi Universidad tb está prohibido fumar, y ha servido bastante.
Trabajé dos años en el Centro de Estudiantes y la oficina era un sahumerio... mucha gente iba sólo a fumar mientras yo estudiaba y me dejaban el humo a mí. Yo fumo, pero no me gusta molestar al vecino con mi humo...
Ojalá que esa ida a la terraza sea para conversar y que dejen todos de fumar... a mí tb me hace falta.
Un beso, chau
Lore
wow...Me has recordado a un capítulo de Friends, donde los apestados (entiéndase los fumadores) eran recluidos a una terraza donde fumaban como carreteros y daban alas a su vicio...
Me pregunto si algún día llegarás a verte sólo ahí arriba???
O si por el contrario después de prohibir fumar, prohibirán la 5º planta...
Besorrios sin nicotina...
sabes no fumo, pero comparto de esos espacios sociales con los fumadores... Esos espacios son para contactarse con lo humano por trivial que parezca, pero que puedes hacer para conservar ese espacio, sin la excusa del cigarrillo; será q siempre necesitamos excusas para generar espacio para nosotros en ese contexto
BÁRBARA: Gracias. Sí, no soy fumador, pero tampoco soy de esos que parece que les molesta que otros lo hagan. Me es indiferente, estoy acostumbrado.
Un besorrio.
LORE: Que dejen o no de fumar es cuestión de cada uno, no hay más problema. Pero salir a charlar, más ahora en primavera, será ritual sagrado.
Otro besorrio.
BOHE: No, prohibir la 5ª imposible. Antes me veo sin amigos y sólo en la terracita. Me veo con dos cartones de vino envuelto en una mantita y por los suelos antes. Ya sabes, a lo homeless.
Tercer besorrio del día. Pero gordo, eso sí.
ANDRE: Todo el mundo habla de lo malo que es fumar, pero nadie habla de los efectos beneficiosos. Ése es uno.
Saludos.
Buena terapia la de subir a charlar con los compañeros... ojala sea pronto, sin nicotina.
Un abrazo!
El otro dia pensaba lo mismo y yo tampoco fumo pero acompaño a mis amigas del trabajo a fumar afuera (se supone que no se puede fumar dentro del hospital, pero hay trucos para todo)...la cosa es que a veces me gusta salir al patio a tomar aire, me asfixio adentro mucho rato porque el control de lo que haces, dices o piensas es demasiado.
Aquí llegó el otoño, pero aún hace mucho calor.-
muchos besos para ti
Vale
Yo fumo y lo admito (por mucha verguenza que me dé): no quiero dejarlo porque me agrada. Aunque espero tener algún día la voluntad para hacerlo.
El cigarro, para los fumadores, es excusa para muchas cosas: para tomarse un descanso, relajarse y hasta para comentar las últimas noticias serias que aparecen el diario. Y sí, también para comentar lo delgada que está la esposa del principe Felipe y que estamos todos muy orates por culpa del calentamiento global.
Es curioso cómo se forman grupos al rededor de un vicio. Lo mejor es no fumar... ojalá nadie lo hiciera.
Como te decía, yo fumo, pero cuando el de al lado no lo hace, trato de no contaminarlo.
Un beso.
BB: Buena terapia, sí. Pero asumiendo las consecuencias, ya cada cual que haga lo que quiera con el tabaco. Ésa es la mejor terapia: la libertad de elección.
Saludos.
VALE: No creo que el control sea para tanto en el Hospi. Ni que fuera el KGB. Un besorrio.
VERO: El cigarro, no creas, se convierte en excusa para otra cosa de muchos fumadores, y también que fumen otros es la excusa para muchos no fumadores.
Un saludo.
Bueno... se entiende que la gente esté dejando el cigarro con tanta campaña negativa que hay últimamente... pero eso no quita la posibilidad de salir a tomar aire al quinto piso...
Saludos
A eso le llamo solidaridad con los fumadores querido Nacho..
Tu trabajo debe ser apasionante;)
Un beso! sin humos eh??
ALEJANDRA: Tienes razón, pero como cada vez estamos más controlados, en este Gran Hermano grande que vivimos terminarán casi prohibiendo tomar aire fresco de la mañana.
AZZU: Lo es. Cuando vengas a Mandril te invito a conocerlo.
Amo fumar... sobre todo cuando es bien conversado... o luego de un buen sexo... en fin
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